Veterano
Al cumplirse treinta o cuarenta años
de que las callosidades isquiáticas le acabaron de
empedrar la cara
(mosaico, ya refractario a todo, de rídiculos, abyecciones,
vueltas de camisa, retractaciones, cabronadas).
es la hora en punto
para hacerle un homenaje al viejecito,
pues nunca se apartó un ápice de sus convicciones
juveniles.
(Se ve tan frágil;
pero tan vivaz como siempre.
Qué memoria. Qué gracejo.)
Que se vaya a chingar a su madre.
Enigma
Agazapado te respiraba como a una matanza de moluscos
en las islas,
como siempre:
ya vibrabas un poco
en un despacio aún que anhelaba durar sin osar pedirlo
mientras a lo lejos, sobre montes clásicos,
se acumulaban nubes densas de miel y de mar.
Tu jadeo incipiente era un guía tuerto, tartamudo;
yo tartasordo entre simplegados de sábado,
palpaba su callo con manos tendidas.
Alcé la vista entonces, sonriente,
nunca sabré por qué—
tras el pecho que no hubicra alcanzado
me mirabas fija, con la barbilla sucica, deletreo—
al sentir que algo rato nos rondaba
vi descender tus brazos infinitamente tranquilos;
aplicaste las yemas de dos pulgares firmes
y tiraste de los ángulos de estos ojos
hasta que te borraste en sus rendijas
y sólo ol sustrar en cl mayor misterio:
—Chino.
Agüero
Los niños gritan como mandrágoras que arrancan
llega una señora sonriente a quien no conozco y me tiende
un plato con 2 panaccas
es complicado este negocio de la panacea según se reza en
los antiguos autores
otro trastabillando como un mosquetero a preguntarme
quien fue Mazarino
llenas las copas
árbol de navidad
cuanta vez enciende se establece un cenobio gnóstico de
luces puras en nichos entornados
los hay adorables
dan ganas de quedarse ahí a vivir en un pequeño
domicilio de agujas de abeto
encontrando el ciclo estrellado menos terrorífico cada
noche hasta recaer –pero dulcemente— en la
estulticia y el error
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