Fotografía: Rafael Arriaga
Este proyecto surge de la visita de Ariel Orozco el espacio donde reside El Rizo Robado. Se trata de un jardín natural que se ha conservado sin intervenciones, y donde hemos permitido que la naturaleza siga su curso natural, incluyendo la triste caída de algunos árboles, pero donde también, ha resurgido nueva vida de manera espontánea.
Desde ese espacio se puede observar la fachada trasera de la casa, y es ahí donde Ariel hizo su intervención. En sus propias palabras la idea nace de "hacer algo que tuviera en cuenta todo el contexto sin modificarlo o alterarlo de ninguna forma. Se trata de una reflexión visual sobre el color y la contemplación, teniendo en cuenta la relación tan íntima que se da entre el balcón de concreto y la naturaleza."
Descomposición es una intervención desde un punto ciego, desde un balcón como reflejo de lo que se encuentra en continuo cambio, y se sostiene en el estudio del color que proviene directamente del paisaje, de cada rama, hoja, flor y tierra, incluyendo los colores del perro que habita en dicho espacio. Destacando el contraste de la rigidez aparente de la arquitectura como escenario para la contemplación de un entorno en contante movimiento.
La acción consistió en pintar el balcón con los colores del paisaje que previamente Orozco registró formando una paleta de once colores, mismos que fue pintando a todo lo largo del balcón de unos ocho metros de largo. Pintó uno encima del otro y del otro y del otro, como capas del tiempo que se sobreponen una sobre otra, pero en las que todas coexisten.
Cada color quedó registrado fotográficamente desde la mirada de Rafael Arriaga, quien minuto a minuto capturó desde el inicio todo el proceso y el resultado final de cada tono que, minutos después quedaría anulado para dar paso al siguiente color.
Cada color representa una etapa efímera que sólo quedó en la memoria de la cámara, al igual que las etapas de nuestra vida de las que sólo queda el registro de una foto; de manera parecida y simulando un álbum familiar de fotos, Ariel Orozco dejará una pequeña instalación de los colores usados, montados en pequeños marcos familiares de mesa, como un recuerdo de los colores que habitaron el paisaje.
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