exploración sonora, composición electroacústica y escultura del sonido
Por Noel Zavala
Crear una pieza sonora es organizar una experiencia inmersiva. Las obras de Rocío Cerón lo hacen tomando en cuenta las diferentes situaciones en que puede encontrarse un cuerpo dispuesto a escuchar. En un espacio público, en una galería, en un bosque, en el hábitat personal, en la web, etc. Desde su práctica transmedia, la grabación en campo y el procesamiento del sonido se han vuelto parte del camino por el que se llega al poema, y de regreso. Con respecto a su práctica performática, es interesante observar que con los mismos materiales que recoge del lugar, crea los dispositivos con los cuales los interviene. Les devuelve, así, una inteligibilidad que tal vez no tenían antes de ser contados, antes de ser cantados.
Crear una pieza sonora es también crear cada vez un método de composición. Partir del reconocimiento del espacio en que se traduce nuestra percepción sonora y de la construcción de un yo-escucha que se posiciona en torno a las fuentes de sonido, y de los posibles desplazamientos y el tiempo.
El EP MIIUNI, Fluctuaciones Transmediales del Paisaje recoge las piezas sonoras que fueron creadas para instalarse en uno de los patios cordobeses que Cerón visitó durante su residencia en esta ciudad en 2022. En esa instalación podían escucharse de manera simultánea mientras se recorría el espacio, sin embargo en este álbum están organizadas para escucharse en secuencia.
La primera pieza, Atrium Apydistra, está hecha con sonidos de agua recogidos de diferentes patios, corriendo a diferentes velocidades, cayendo desde diferentes alturas. El sabor del líquido extraído del aljibe, o el de la fuente, aquel de la pileta o el de la caña de riego nos conduce a un patio interior gobernado por reglas propias. Aquí el procesamiento del sonido, los filtros de agudos y graves, su repetición en loop y el juego con la estereofonía nos sustraen de una evocación realista e inducen una representación distorsionada, amplificada de los elementos. Más que un paisaje sonoro, es un conducto de corrientes revueltas entre cuyos rumores se dibujan voces humanas ininteligibles, hasta llevarnos al centro de la pieza: el poema de apertura. Hay un realce de ciertos recovecos producidos tal vez por un cambio en la presión sonora que nos remite a los mismos pozos de agua, los zaguanes, las esquinas, otros espacios de la arquitectura donde habita esta reverberación.
En Pelargonium Perystilum se escucha de fondo un borboteo parecido al de los ecos apagados del agua. En el plano medio, un acompañamiento monofónico nos lleva del silencio a la presencia; señal acústica que conforme crece produce un desbordamiento del sonido que al distorsionarse se multiplica en tonos armónicos. Cuando alcanza cierta amplitud, aparece la voz, el poema. Se produce un encuentro entre música y palabra, ambos en transición prolongada, que después se transforma en canto. Esta capa media se ve afectada, atenuada cada vez que ataca la voz, produciendo un juego de intermitencias entre lo hablado y lo sonoro, una tensión derivada de la aparente competencia entre las dinámicas de ambas señales. De forma simbólica, el ruido de fondo, que recordaba al agua de los patios, se presenta casi al final como una corriente sanguínea cuando el poema expresa:
En ese espacio se conjuntan lo visible y la inevitable presencia del padre entre las guirnaldas… No hay espíritu sino espíritus, no hay vociferio sino tejido canto que hermana
En Tandem Lux, el poema se entreteje con registros de voces testimoniales, conversaciones, y otras que recuerdan los noticieros de radio y de televisión. Es la cualidad social que aportan los patios cordobeses como centro de la vida cotidiana y de la transmisión de las narrativas comunes. El poema, que se entrecorta y coexiste en polifonía con ellos, también acompañado por un canto de ave igualmente en distorsión, entrega sus imágenes en segmentos y repeticiones:
el sonido de un bit y la ve… el sonido de un bit y la velocidad sónica de un vuelo. Intervención mecánica
Vertebral Ventus introduce una interesante melodía hecha de ecos, distorsiones, repentinos silencios, loops y texturas de sintetizador intervenidas mediante efectos de scratch e intercambio de estéreo. Sobre esta extraña forma el poema se luce en toda claridad:
todo patio es primeramente territorio interior
desde la calle de las imágenes escucho
Lignum Tenebris cierra este recorrido con un ruido de fondo y una beat grave, acompañado de una línea sonora muy aguda y tenue. Sobre este conjunto estruendoso, el poema se entreteje a dos voces:
Rebalsa la partida entre geranios de trazo sanguíneo de un patio cordobés del cual ha perdido memoria. Ahí yacía, hombre ausente de siempre, bajo el talud de las flores muertas. Inmenso, en la obstinada permanencia de quien se ha ido, aunque nunca lo haya hecho.
Toda precisión pasa por astillarse, tambaleante es la belleza. En la múltiple mirada de la mosca ya rebalsa la podredumbre y el relámpago audaz del sobreviviente.
De esa manera, entre el aroma de jazmines en el aire encendido de la noche y geranios de trazo sanguíneo de un patio cordobés, Miiuni nos devuelve al silencio con un aprendizaje: el aporte de la exploración sonora, composición electroacústica y la escultura del sonido a la construcción del poema transmedial.
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