IN MEMORIAM
La extensa historia de la lucha libre mexicana pudo popularizarse y documentarse gracias al trabajo de quienes retrataron a los ídolos de la bien conocida Arena México. Una de las personalidades más destacadas fue sin duda Lourdes Grobet, fotógrafa que enfocó gran parte de su trabajo por medio de su lente a la inmortalización de héroes legendarios del ring y quien falleció este viernes 15 de julio a la edad de 81 años.
Lourdes Grobet, era una mujer de "espíritu libre, divertido y pleno" según la describen sus hijos, nació en la Ciudad de México el 25 de julio de 1940. Inquieta desde muy temprana edad, curiosa y activa, se interesó por temas sociales y realidad crítica de la clase popular que la rodeaba.
Comenzó a abrir su carrera profesional estudiando Artes Plásticas en la Universidad Iberoamericana, y posteriormente estudió en el Cardiff College of Art, así como al Derby College for Higher Education en el área de diseño gráfico y fotografía. Su concepción revolucionaria de la imagen, alimentada por los cambios sociales que vivía el mundo en la década de 1960, la llevó a migrar de la pintura y el muralismo para emprender la búsqueda de un método con mayor dinamismo y capacidad de plasmar la vida colectiva. Fue así como encontró en la fotografía el vehículo ideal para captar las dinámicas sociales ignoradas hasta entonces.
Según Víctor Muñoz, la presencia de Grobet en varios escenarios del país fue fundamental para impulsar la construcción de un acervo fotográfico exhaustivo e influyente en torno a la lucha libre. Pero su trabajo no se limitó a retratar las heroicas batallas de los protagonistas del cuadrilátero, estableció relaciones importantes con ellos y alcanzó llegar hasta la intimidad de sus vidas personales, en sus casas, con sus hijos y con su familia, logrando inmortalizar a las figuras más destacadas de los rudos y técnicos en su contexto cotidiano, lejos de los focos y el ruido de las arenas.
Más allá del bullicio de las arenas de lucha, Grobet incursionó con la composición fotográfica en las casas de los luchadores y su vida personal e íntima. Desde el primer contacto con la cámara, Grobet forjó lazos de colaboración con otros fotógrafos con el fin de consolidar una dinámica de trabajo colectivo. Ello la llevó a integrarse al Grupo Proceso del Pentágono, así como al Consejo Mexicano de Fotografía.
Además del deporte, su mirada también se dirigió al retrato del Teatro Campesino e Indígena a lo largo de cuatro décadas. Fue galardonada con 13 becas e innumerables premios. Asimismo, compartió su conocimiento a las aulas de instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco, así como el San Jose Center for Latino Arts, Yale University Art Gallery, entre otras.
Como momentos relevantes podemos destacar la ardua negociación que llevó a cabo en 1994 para colocar su trabajo sobre el exilio cubano dentro de la Bienal de La Habana. La controversia ocasionada por su propuesta, que mostraba retratos y textos de quienes desde fuera de la isla manifestaban su desencanto frente al gobierno y sociedad cubanas. Grobet fue parte de una generación de artistas latinoamericanos que se identificaron con la ideología que motivó los inicios de la Revolución Cubana, pero que también se convirtieron en los principales críticos del sistema, el proceso crítico del caso cubano es una metáfora que Grobet utilizó y desarrolló en su obra, siempre alerta a las trampas de la política y la canonización artística, postura que desde la fotografía como dispositivo, manifestó y exploró en toda su extensión.
Compartimos con sus hijos, Alejandra, Xavier, Ximena y Juan Cristóbal la tristeza de su partida y recogimos algunas de sus obras para dejar constancia que Lourdes Grobet está y estará siempre con nostros.
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