Hace poco, a raíz de la muerte de Herman Nitsch, recuperé un texto de hace algunos años en el que hablaba de la censura de una exposición (que nunca vimos) que fue clausurada el mismo día de la inauguración en el Museo Jumex. Pues otra vez y, aunque no es mi tema favorito de reflexión, reciclo el tema de la censura porque parce que este no es un problema solamente de nuestro país… pero como dicen: mal de muchos, consuelo de tontos.
Esta vez sucedió en la documenta (y como dice la Wiki se escribe con d minúscula), una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes en el mundo. Desde 1955 se lleva a cabo, cada cinco años, en Kassel, Alemania, y tiene una duración de 100 días.
Oficialmente se dice que: 'en cada edición, documenta ha jugado un papel de liderazgo en llevar el discurso internacional sobre el arte en nuevas direcciones. En las últimas décadas, documenta se ha consolidado como una institución que va mucho más allá de un estudio de lo que está sucediendo actualmente, llamando la atención del mundo del arte internacional cada cinco años para este "Museo de 100 días". El discurso y la dinámica de discusión que rodea a cada documenta refleja y desafía las expectativas de la sociedad sobre el arte'.
Y sí, la documenta ha desafiado enormes retos y muchas veces ha sido provocativa e innovadora, pero, en alguna que otra ocasión, el reto requería de más valor para defender, no sólo una propuesta curatorial o una obra en particular, sino la libertad de expresión artística que incluye la rebelión, la transgresión o la incorrección política que, ciertamente, incomoda a muchos. Algo así es lo que imagino, sucedió el pasado mes de junio en la pequeña ciudad de Kassel. A los curadores, patrocinadores, coordinadores y todos los involucrados, les ganó el miedo y se echaron para atrás; nuevamente (por no decir… como casi siempre), se desató un escandalo que terminó en una abierta y poco comprensible (al menos para mi) censura.
La historia la podemos resumir, pero les advierto, el debate es largo.
En los días inaugurales de esta 15ava edición, se abrió al público un gran mural titulado "People's Justice", del colectivo de artistas indonesio Taring Padi. Un lienzo de 8 x 12 metros expuesto al aire libre en uno de los jardines principales. A manera de graffitti, esta enorme pieza es, en el fondo, un manifiesto de incomodidades políticas, transgresiones y abusos de poder, o sea, un grito hacia la reflexión de lo que está pasando en el violento y devastado panorama actual de odios, intolerancias, guerras y guerrillas en todo el mundo.
He de decir, antes de pasar al tema de debate, que la pieza se compone, en su totalidad, de símbolos e imágenes alegóricas, todas brutales, groseras e incómodas y todas reveladoras de las vergüenzas históricas de la humanidad. Pero sólo un par de ellas provocaron que el mural entero terminase siendo tapado con una gran manta negra —curioso que eligieran el color negro, el color del duelo, quizá si hubiese sido una tela blanca, es posible que los espectadores hubieran pensado que era una obra de Christo y nadie se habría preguntado nada.
Pues bien, dicen por ahí (la Deutsche Welle ha publicado algo al respecto) que algunas obras del colectivo Taring Padi ya habían provocado críticas por su 'carácter antisemita' [sic], incluso, el Consejo Central de Judíos de Alemania presentó un comunicado en el que criticó el antisemitismo de los artistas, "tanto como la falta de responsabilidad de los organizadores de la exposición" [otro gran sic]. (ver nota de la DW)
Las imágenes en cuestión, se reducen a dos figuras —que no son ni las más grandes, ni las más relevantes— que representan a un policía antidisturbios con cara de cerdo, que lleva un pañuelo al cuello con una estrella de David y un casco con la inscripción "Mossad; y la segunda, medio oculta detrás de un enorme y feo payaso, es la caricatura de un supuesto judío, con sus rizos en las sienes, nariz aguileña y colmillos de vampiro, portando un sombrero con las runas de las SS nazis.
Esta es la historia y, como dije, la descripción fue simple pero el debate es largo; así que solamente les dejaré algunos datos y mi humilde opinión personal, quizá un tanto desmesurada; pero el resto del debate es cosa de ustedes.
Meron Mendel, director del Centro Educativo Anne Frank, pidió a los responsables de la documenta que retirasen por completo la obra de Taring Padi: "Estas imágenes no dejan lugar a ninguna interpretación, eso es una clara agitación antisemita". De igual manera la ministra alemana de Cultura, Claudia Roth, pronunció estas palabras contundentes: "En mi opinión, se trata de imágenes antisemitas" [otros cuantos sic].
La pregunta aquí sería ¿cómo diferenciamos la discriminación o el odio racial, de la mordacidad de un cuestionamiento o crítica burlona? Porque en este mural también hay una cruz católica que está cerca de unas terroríficas calacas y una escritura que parece árabe, hay unas mujeres con colmillos ensangrentados y senos puntiagudos, veo también una gran calavera con un gorro rojo que, según yo, se parece mucho al que usaba el Che Guevara, hay también grupos de hombres negros y obreros trabajando como esclavos y un soldado de la KGB junto a otro que en su casco se puede ver el reconocido número del más famoso agente secreto británico; en la parte superior está un enorme tipo con un traje rojo y una corona de rey, con una cara grotesca, que parece estar manipulando una máquina que está devastando al mundo, incluso hay un letrerito por ahí perdido que dice "don't worry, be happy".
Entonces, esta pieza no es sólo antisemita, es también abiertamente machista, antifeminista, discriminadora racial, es antipayasos (y a los pobres payasos, sabemos, les va muy mal en la vida), es anticatólica y antiempresarios-exitosos, es anarquista, anticomunista o procomunista (asegún se lea) … en fin, en realidad, ofende a todos: a los judíos, católicos y musulmanes, a las mujeres, a los negros, a los inmigrantes, a los niños, a los de izquierda, a los que están en el poder y a los que están aplastados por el poder, y sin duda ofende también a James Bond y al inocente de Bobby McFerrin que, de seguro, ni está enterado de este embrollo.
Lo que me pregunto es, en primer lugar, quiénes fueron las personas que lograron censurar una enorme obra compuesta de cientos de figuras, por dos pequeñas imágenes que están perdidas en este mar de groserías; me pregunto si ello no tiene que ver más con el dinero o intereses políticos o personales, que con una ética de un supuesto respeto o una defensa de valores humanitarios (o quizá, es un tipo de pago de una culpa que Alemania carga, con toda razón); me pregunto, si acaso ya no es permitido, al menos desde el arte, cuestionar las políticas del gobierno de Israel, así como se cuestionan las acciones de la República islámica, de Rusia o los EU. O bien, podría ser que el hecho de ser judío es una condición que les confiere una especie de inmunidad eterna y nadie, de ningún modo, tendrá derecho de soltar una crítica sin ser cuestionado. Este asunto me parece tan absurdo que me hace recordar un capítulo de Seinfeld, en el que Jerry está convencido que su dentista se convirtió al judaísmo sólo para poder hacer chistes de judíos sin ser juzgado como antisemita…
Mi preocupación definitiva es que, si permitimos que el arte sea censurado porque le incomoda a unos cuantos, dejará de ser el —casi único— dispositivo con el contamos para remover nuestras conciencias y nuestra memoria histórica.
Por más molesto que sea (digo yo), el arte no debe ser censurado; a menos, claro está, que ustedes opinen lo contrario. Pero nuestro consuelo es que, en la era de Internet, la censura es ya casi imposible, por ello les compartimos la imagen del mural completo para que ustedes mismos juzguen si se trata de una pieza "antisemita".
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