ESPECIE DE PLANTA
La violeta común o viola (Viola odorata) es una especie del género Viola nativa de Europa y de Asia, e introducida en toda América.
También se la llama violeta de jardín.
Es una pequeña planta herbácea que alcanza los 10-15 cm de altura, sin tallo, con una raíz perenne y carnosa. Se propaga por medio de estolones. Las hojas son radicales, poseen un largo peciolo y un limbo acorazonado o reniforme. Las flores son grandes , de 2 cm de largo y llamativas y presentan un largo pedúnculo cuadrangular. Sus flores son olorosas con una aroma dulce, solitarias, de color violeta oscuro, irregulares y con cinco pétalos, dos de los cuales son erectos.
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Flores introducidas en América, olorosas, dulces y solitarias. Mis caramelos favoritos son unas florecitas de violetas que venden en Madrid. Un poquito de historia y un poquito de azúcar.
Encontré el lugar un día de diciembre, después de pasar por el mercado navideño de Vogue. Siempre me ha gustado la idea de comer florecitas, pero el color y su olor me dan una sensación de melancolía que ningún dulce puede darme. Con el tiempo fue un lugar común para visitar.
En mi última visita compré dos pequeñas cajas para mí y otras para mis amigos. Solo como un par de flores cuando quiero que su sabor apague los pensamientos y se centre en otra situación.
Hace unos días pedí una cajita a un amigo que venía a México, pensando que solo me sobraban un par de caramelos. Quería poder comer un par de florecitas más, antes de el mes que me falta para regresar a la tienda y que claramente me haría de una cajita por mi cumpleaños.
Cuando me me enseñó un frasco con las flores de violeta esa mañana, quise abrazarlo, pero me planté como imbécil y vi salir otra cajita de caramelos. Quise darle un beso en la mejilla, pero seguí en silencio. Ni siquiera recuerdo si le dije gracias. Aunque se lo había pedido, eran dos paquetitos de mis caramelitos. Seis meses de apapachos estaban comprimidos ahí, un vuelo de doce horas, el tiempo de ir a la tienda y cargarlos esa mañana. Pedí que eso se prolongara ya que no llevaba dónde ponerlos, mi bolsa era muy pequeña. Apenas había espacio para una cajita más pequeña que era la que había pedido.
Paseamos un rato, pero yo estaba atravesada por muchas situaciones, incluso de las mismas florecitas. De la misma imposibilidad que ya tenía de darle las gracias, de atreverme a mostrar cariño.
Nos sentamos a comer y el sotol no ayudó. Sacó los dos paquetes de florecitas y empezó a sacar más. Un kilo de florecitas de violeta. No, en mi mundo esto no es un detalle normal. Aún sin saber que son mis dulces favoritos, no atraviesas el mundo llevando dulces florecitas a una amiga. En algún momento estiré mis manos y recibí las suyas. Hubo algo como un abrazo, más simple, un par de fotos. Y luego mi desbordada estupidez, llena de miedo, llena de florecitas. No pude tomarlas, a cambio le di un par de lagrimas en sus manos. No puedo recibir muchas cosas, porque hace mucho soy incapaz de recibir afectos tan grandes.
Esta mañana despierto en mi cama de sábanas color violeta, de la que siempre he creído que es campo de lavandas donde duermo y la hipersomnia me persigue hace tiempo. Se acabó el campo de lavandas y he sembrado violetas y un par de pensamientos que giran sobre la embriaguez y el ardor del sotol tan distinto a las florecitas de violeta y sus manos.
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