La Trama del Grabado*

Iván Gardea

Mayo, 2021

                                                                             
                                                                                       I

Diremos que el grabador, confabulando con sus diversos cómplices, trama un asalto, una embestida, una furiosa acometida que terminara por transformar la sosegada, plácida superficie de la placa en un laberinto de surcos, canales, hendiduras. Serán trincheras que se inundarán no de fango, pero sí de tinta.

La impronta que dejará sobre el papel la feliz batalla -si acaso fue feliz- en el cuadrilátero de la placa será para el ojo una selva de hilos, hilos de tinta negra. Y en ése apretado laberinto, en ésa maraña inaudita tejida en un telar delirante, habrá, como apariciones súbitas, enceguecedores fogonazos de luz, blancos deslumbrantes del papel.
Quisiéramos presentar algunos de ésos cómplices del grabador, sus compinches, o mejor dicho; sus subordinados tramadores, esos colaboradores que ayudan a que lo tramado por el confabulador imaginero, se grabe bien a través de entramados sucesivos en la dura superficie del metal y la madera. O en la más blanda del linóleo.

Solo mencionaremos algunos de ellos, de los más ilustres, o de los más importantes:                         
               
El Sr. Ácido, tan mordiente, tan insidioso. La señorita Punta Seca, siempre tan aguda, con sus comentarios tan desgarradores. El Sr. Buril, caballero lento y caduco, cargado de antiguas glorias y muchos años, viejo cómplice de tramadores geniales, viejo paria ahora, jefe destronado de antiguas, perfectas y elaboradísimas confabulaciones nórdicas, nürembergianas tramas cripto-medievales con vestimenta renacentista.

Por otro  lado están las Gubias, viejas señoras también, señoras de metálicas risas, algunas con risas tan agudas, otras felices en su redonda carcajada y otras tan horizontales que apenas parece que esbozan una sonrisa.

 

                                                                             
                                                                                       II

El máximo tramador ha convocado a los confabulados. Llegan envueltos en el más profundo silencio, con estricto sigilo. La mano que los mueve -diremos- los espera. Es una vieja conocida, es hábil y diligente, dueña -como se dice- de sus recursos (ya veremos que eso no es del todo cierto). Como toda mano que se precie de ser mano, es tremendamente manipuladora y dominante, o al menos eso pretende. Siempre que oye la frase dicha desde las alturas de una boca; " …el artista tal tiene muy buena mano", ella se adjudica inmediatamente para sí misma todo el triunfo de la invención y la destreza, y hasta parece que sus cinco dedos se le inflaman, se le  hinchan, casi revientan de pura presunción.

Pero a la "mano que mueve la mano", la que planea o dice planear el asalto o la batalla o la que teje mentalmente -por así decirlo- el grabado nadie la conoce, no al menos, los convocados o los cómplices. Atienden a su llamado, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta quién es, ni siquiera el Sr. Ácido, tan sutil y perspicaz. Los confabulados solo conocen la mano, la de los cinco dedos, y a su compinche, la otra, la lenta, la torpe que de cuando en cuando aparece para facilitar las cosas.

La mano, la de los cinco dedos, la diestra y hábil, mediadora del tramador primero (el grabador) no siempre -tenemos que decirlo- domina la situación. Esto, por la naturaleza misma -ya me explicaré más delante- de la trama tramada en el caso concreto que nos ocupa, es decir, las líneas que se tejen en la superficie de una placa.

A veces sucede, por ejemplo -para citar un caso emblemático de extremada independencia o parcial insubordinación- que el Sr. Ácido, caprichoso e imprevisible, se le ocurre -digamos- confabular con el clima, y como en la acción propiamente dicha apenas tiene contacto con la mano -su jefe inmediato- puede pasar que llega a cometer pequeñas -o no tan pequeñas- traiciones. Estos desaguisados o transgresiones con respecto al designio original no son siempre debidas, habrá que señalarlo, a la mala fe.

Estas malas acciones de Don Ácido las celebran los otro cómplices con secreta y taimada alegría. Más que ninguno, el Sr. Buril, siendo el más dócil y obediente, el más sensato y circunspecto, venido como viene de los viejos tiempos, en dónde la trama de la vida parecía estar constituida de más disciplina y rigor. Así pues, queriendo escapar a su condición de asceta riguroso y escolástico, le gustaría imitar la caprichosa conducta, la libertad del Sr. Ácido Mordiente, pero cuando lo intenta, haciendo cabriolas que parecen cómicas pero que son infames, deslizamientos equívocos o desviaciones del surco perfecto al que su antigua obediencia le impele, destrama lo tramado en la trama, apartándose de su vocación, diríamos, entramática, causando, por lo tanto, la risa de todos por su fingida y mal asumida libertad…aunque, todo hay que decirlo; él sabe -y ya es el único en saberlo- que quizás la verdadera libertad está en la trama bien tramada.

Otro es el comportamiento, para poner otro ejemplo, de Mademoiselle Pointe Sèche, que, aunque la mano, la de los cinco dedos, la diestra, cree que la conduce, es ella, Mme. Pointe Sèche la que la lleva, y no solo a la mano, sino al brazo mismo, como una patinadora una bufanda, deslizándose con energía sobre el hielo espejeante de la placa de metal.

 Pointe Sèche es una señorita remilgada, retozona, delicada y enérgica a la vez, y aunque puede ser dócil a los designios de la mano, su capacidad incisiva, puntillosa, desafiante la lleva a menudo no solo a desoír lo que la mano le comanda, sino lo inicialmente tramado con conspirativa frialdad por "la mano que mueve la mano", el tramador primero (el grabador).

 Así, con las incisiones, con las desgarraduras que provoca, con los surcos desiguales que va dejando a su paso, y la viruta y la rebaba en las orillas del surco (¡negros aterciopelados!) dota de patetismo, expresividad y emoción al cuadrángulo donde se trama el entramado del grabado. Deja hilos deshilachados, hebras sueltas en el apretado tejido del grabado, en la superficie tejida de surcos, hilos que son surcos, caminitos ahuecados, hilos que… en fin, no diré más sobre la Señorita Pointe Sèche, tan apreciada por nosotros… solo agregaré algo que nos parece de suma importancia: creemos que la desobediencia de Pointe Sèche, su desacato muchas veces frente a los planes iniciales del tramador primero, es decir, el grabador, se debe a una probable y por decirlo de  algún modo, más alta obediencia. Y si bien, no tenemos pruebas concluyentes, solo a modo de hipótesis afirmamos que el tramador primero, no es el tramador primero. En otras palabras, que la "mano que mueve la mano", a su vez, es movida por otra mano, y esta por otra, y así ad infinitum, hasta llegar, digamos, al verdadero Tramador Primero.

                                                                    III

Según el "Tratado de los Primeros Principios de la Superficie Grabada por la Mano del Hombre" de Protuberantus Lineum, cuándo trata acerca de "las líneas que crea el entramado en el tramado de la placa que será la trama tramada de la estampa impresa.." a pesar de ésta expresión embrollada y que  parece casi un trabalenguas, continúa de la siguiente manera, en una especie de licencia poética extraña en tan riguroso autor y con un no menos extraño vocabulario, diremos, pseudo-fenomenológico impropio para su tiempo, pero, que, sin embargo, nos parece interesante citar: "…acaba convirtiéndose ésta -la estampa impresa- en algo así como un espejo del mundo, superficie clara-estando-siendo-aclarada que refleja (y revela) -y es metáfora de- la forma en el que el intrincado laberinto de fuerzas -que son las fuerzas del mundo- conforman la trama de nuestra vida, todo aquello que enlaza y ciñe nuestro destino con todo lo que es y va siendo en el transcurso de nuestras vidas."

Al hablar de la confabulación fabuladora del tramador primero, es decir, el grabador, es importante señalar, que consideramos a la manera de Lineum, que los esfuerzos para la consecución final de una imagen obedecen en realidad a la necesidad de crear algo así como un espejo del mundo, de la vida en el mundo, no por el tema en sí de la imagen, el motivo "…sino -dice Protuberantus Lineum- porque más allá del tema, porque en la vida misma, el devenir en el mundo, se crea por ese entrecruzamiento de líneas tejiendo una imagen, y que en el transcurrir de nuestras vidas, son las diferentes líneas, innumerables, invisibles, intrincadas y secretas muchas veces, las que van creando la imagen de los que somos, y aún la imagen misma que nos hacemos de nuestra vida; ése lienzo tejido de innumerables líneas confusas y abigarradas, superpuestas y llevadas casi hasta la condición de nudo…hace que seamos lo que somos." Mas adelante agrega Lineum: "…hay del ingenuo que crea desenmarañar tal maraña de hilos" y concluye su libro con una enigmática sentencia: "Del Tejedor casi no sabemos nada".

                                                                         IV

Me siento en mi estudio frente a mi mesa de trabajo. Soy el tramador primero, es decir, el grabador que confabula. Ahora me espera un pedazo de linóleo, inerte y opaco, de color marrón. Me acompañan por ahora mis cómplices, aquellas señoras de las risas metálicas, las gubias. Dibujo y luego comienzo a grabar. Irá surgiendo una imagen, se irá tejiendo con los minutos y las horas, con los días que le dedicaré. Luego a través de los años, de muchos años, de la imagen tejida-grabada solo quedarán retazos, y luego solo hebras y luego nada, la devorará el tiempo, como a nosotros mismos, que parece que sólo somos imágenes fugitivas que crea la trama de la vida en el mundo mientras vivimos. Del Tejedor casi no sabemos nada.

 

Iván Gardea,
Cuernavaca, 2021

 
*Texto publicado originalmente en la revista Voices of Mexico, numero 113 de la UNAM.

Sobre el ARTISTA

Iván Gardea (Chih, 1970). En 1992 se trasladó a la Ciudad de México, donde cursó estudios de grabado en la Escuela Nacional de Artes Plásticas con el maestro Jesús Martínez, y posteriormente en educación continua en la Academia de San Carlos. Ha realizado una treintena de exposiciones individuales en diversos recintos de la Ciudad de México, el interior del país y de España. Ha participado en más de cincuenta exposiciones colectivas y en prestigiosas bienales de grabado, donde su obra ha sido seleccionada (España, Macedonia, Polonia, Colombia, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Portugal y Francia). En 2009 le fue otorgado, en Francia, el primer premio de la Bienal de Grabado d'Epargne d'Albi. Sus dibujos y grabados han ilustrado diversas publicaciones de circulación nacional y portadas para editoriales de reconocido prestigio. Su obra se ha desarrollado a lo largo de más de veinte años en las áreas de grabado, dibujo y escultura. Su trabajo plasmado en numerosas series —sobre todo en el ámbito del grabado— ha recibido la atención favorable de la prensa y la crítica. En la actualidad es considerado uno de los grabadores más interesantes de su generación en México.

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