Vicente Rojo: el pasado que no es pasado

Cuauhtémoc Medina

Abril, 2021

 

Las obras de Malevich, Mondrian, Gabo y Kandinsky pueden calificarse como abstracciones puras.
(...) Arp y Picasso suelen dar nombre a sus obras (...) Aunque sólo sea por esos vestigios del tema (...)
tales obras debieran describirse como cuasi 'pseudo'abstracciones o como aproximaciones a la abstracción.
Alfred H. Barr, 1936.


Estamos ya contemplando México bajo la lluvia: no hay "México", no hay "lluvia" y no hay un arriba y abajo
en términos realistas, inútilmente, impotentetmente, trataremos de reconocerlos de acuerdo con cualquier imagen
anterior a la que nos entrega la pintura misma.
Juan García Ponce, 1984.

 

Dos momentos de la crítica y dos vacilaciones confesas. Debidas, ambas, al choque entre ciertas obras y lo rotundo de una pretensión: concebir la historia del arte como un camino lineal hacia la autonomía de la obra. Creer que la pintura moderna, independientemente de sus intenciones y métodos, se dirige inexorablemente hacia un desprendimiento absoluto de la realidad externa o el correlato verbal. Creencia envejecida, pensar que "Todos los caminos llevan al mismo sitio", que todo va hacia la abstracción.

 

Pero no. Tomar los Escenarios de Vicente Rojo y calificarlos de abstracciones incompletas sería tan injusto como esforzarse en reconocer en ellos la simple estilización de un paisaje geográficamente concreto. Antes de escribir, quisiera abrir los ojos y limpiarme la boca. No caer en tentación de hacer de Rojo un adalid en la batalla contra la representación. Mostrar que no es un purista. Demostrar que ello no disminuye la completud de sus obras, sino que hace evidente una complejidad. Quiero invitar al lector a hacer a un lado la catarata de especulaciones que despierta la idea de "Pintura abstracta".


Cierto que sus cuadros no son imitaciones puntuales de la naturaleza visible. Cierto que Rojo no es un ilusionista. Cierto que la pintura tiene un comportamiento autónomo, y la forma y el color en el plano no se rigen por la óptica de las ventanas.  También innegable que "Esto no es una pirámide", "Esto no es un volcán" y "Esto no es México bajo la lluvia". Pero el problema subsiste: están las referencias y están los nombres (los títulos) para dar cuenta de las connotaciones. Aunque adheridas al plano, las pinturas de Vicente Rojo son objetos multifacéticos, seres poliédricos. Cuando vemos y pensamos bajo el influjo de los cuadros de Rojo,  se hace necesario un instrumental también múltiple. Hay que abarcar métodos y genealogías, resultados visibles y fuentes más o menos ocultas, tensiones internas y adhesiones culturales, íconos y factura. Evitar los cortes tajantes: forma/contenido, cosa/nombre, impresión/expresión, memoria/inmanencia, materia/luz...
Restituir una combinatoria en vez de tomar partido por alguna polaridad intransigente.