Advertencia para los hombres infieles o, cuidado con la servidumbre
(un filme de Kim Ki-young)
El confinamiento me ha llevado a explorar miles de espacios donde poder ver películas que se salgan del círculo comercial de Netflix y Prime. Navegando por ahí, me topé con una película coreana filmada en 1960. Sin saber nada de ella, descubro una joya del cine que, durante décadas, estuvo prácticamente "enlatada", hasta hace unos años que el Korean Film Archive en colaboración con la World Cinema Foundation, dirigida por Martin Scorsese, la restauraron y pusieron en circulación. Se trata de una película dirigida por Kim Ki-young, rodada en el mismo año en que se derrocó el corrupto régimen de Syngman Rhee, dejando un periodo de enorme inestabilidad política y económica en Corea del Sur. Ki-young es considerado uno de los más grandes y excéntricos cineastas coreanos, estudió medicina en Japón, donde pudo ver muchas películas japonesas y de occidente, y le llevó a comenzar su carrera en la industria cinematográfica. Influenciado por la tragedia griega clásica y autores como Ibsen, O'Neill y Poe, Kim Ki-young traza una línea finísima entre el cine de horror y la innovación modernista en el cine coreano; rodó más de 30 filmes, la mayoría de ellos, en torno a la perversión, el horror psicológico y la sexualidad. Sin embargo, para los años 90, Kim había quedado en el olvido, hasta que fue redescubierto cerca del año 2000 (un par de años después de su muerte), cuando se hizo una merecida retrospectiva de su trabajo que se presentó en el Pusan International Film Festival en Corea y posteriormente se presentó en Europa y los Estados Unidos. El título original del filme es Hanyo (La sirvienta) un thriller de horror psico-dramático que relata las tragedias que se desatan cuando el personaje principal, un maestro de música, se enreda amorosamente con la sirvienta, una noche en que su esposa e hijos han salido a visitar a sus suegros. El amor y la fidelidad que profesaba la pareja se irán transformando paulatinamente en odio, traición y maldad; resultado de un medio y circunstancias sociales específicas y consustanciales a determinadas conductas morales que irán desencadenando toda clase de perversiones. La historia comienza con un disparador: una chica se suicida después de haber sido expulsada de un internado para señoritas, por haberle escrito una carta de amor a Mr. Kim, su maestro de música. Esto nos lleva a la segunda chica, Miss Cho, que le pide a dicho maestro clases particulares de piano y termina confesando que ella fue la que escribió la carta y que está enamorada de él. Pero ella, que apuntaba a ser el personaje crucial para el drama que se iba a desencadenar, es solamente uha intermediaria para llegar a la tercera chica y la verdadera villana de la historia: Myong-ja, amiga de Miss Cho, que acepta el trabajo de sirvienta en la casa del músico. El tiempo se va a condensar alrededor de la figura de Mr. Kim, la continuidad girará en torno a sus decisiones y consecuentes acciones en el espacio. Mr. Kim es un hombre formal, un marido ejemplar y padre responsable de dos hijos. Su esposa, una mujer abnegada, hará lo imposible por mantener un estilo de vida elevado y buscará, por cualquier medio, obtener dinero para conseguir lo que será "el hogar perfecto". Ella lo impulsa a dar clases privadas de piano, y se la pasa pegada a la máquina de coser para ganar un dinero extra, pues desea un tercer hijo pero, sobre todas las cosas, quiere terminar la hermosa casa de dos pisos que están remodelando. Todo acontece en el confinado límite de la casa y sus dos pisos, donde los personajes parecen quedar sitiados por propia voluntad. Las puertas corredizas, los anaqueles de la cocina, las ratas, el piano, el espejo y la escalera, funcionarán como las estructuras objetuales fundamentales que delimitarán, tanto las situaciones, como las acciones de los personajes. Cada objeto parece estar colocado con una intención, no hay nada gratuito y aunque realmente no importa saber el significado de cada cosa, "todo significa". La casa de estilo americanizado, cuenta con todos los suplementos de lujo necesarios, desde un televisor hasta 'la sirvienta', y representa para la familia (y en especial para la esposa de Mr. Kim) un ascenso en la escala social. La escalera poco a poco se manifestará como el lugar donde se revelarán los más oscuros deseos de poder, las pasiones más perversas y la muerte. En el piso inferior se encontrará lo socialmente correcto, es el espacio de relación con el mundo social, con el exterior. Por otro lado, el tiempo y el movimiento se efectúan en términos de duración; todo movimiento implica un cambio y como dijera Deleuze, este cambio no es otra cosa que un «corte móvil» de la duración. En Hanyo es particularmente notable el uso continuo de la cámara móvil. La cámara constantemente está entrando y saliendo de la casa a través de las ventanas (parafraseando al Ciudadano Kane). El dentro y fuera nos remiten a un permanente recordatorio del yo público y el yo privado. Hacia afuera, la imagen es de una familia tradicional, estable y respetada; pero en el interior, residen las más oscuras y veladas pasiones. En este filme predomina la imagen-pulsión, es decir, una imagen donde la pulsión de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Tanatos) coexisten en cada personaje en una permanente lucha. Incluso en los hijos, por un lado, la niña que sufre con sus muletas para superar un problema de algo que podría ser polio, vive permanentemente atemorizada de que la sirvienta la envenenará y, por otro, el niño, que aparenta ser un gracioso chamaquito, violenta constantemente a la sirvienta con la mirada y con actitudes de reto y burla, con la absoluta conciencia de que esta mujer es peligrosa. Son igualmente extrañas las actitudes que veremos en Myong-ja cuando mata a una inmensa rata con sus propias manos, y apenas entra a la casa se dedica a esculcar cajones y anaqueles, camina subrepticiamente y se la pasa espiando al maestro en sus lecciones de piano en el estudio. Poco a poco nos daremos cuenta de sus oscuras intenciones, que culminan en una escena magistralmente lograda, en la que, aprovechando la ausencia de la familia, termina sutil y perversamente seduciendo a Mr. Kim. "La perversión no es su desviación, sino su derivación, es decir, su expresión normal en el medio derivado. Es una relación constante de animal de rapiña y presa." [Deleuze] El acto anunciado, por fin se revela. La culpa será el motor del desastre, ante ese sentimiento de interiorización de la vergüenza, el músico se siente incapaz de soportar el peso que carga en su conciencia y le confiesa a su esposa, quien ya tiene varios meses de embarazo, que ha tenido un "desliz" con la sirvienta, quién, por si fuera poco, también ha quedado embarazada. Pero la señora Kim, que no hace más que actuar como la víctima, también esconde otro tipo de perversión. Con su actitud conciliadora y humilde acaba por convencer a la chica de que la única salvación para ambas es que se tire por las escaleras para provocarse un aborto, acción que desencadenará en ella un total desenfreno. Este acto asesino-suicida es el síntoma que delata la presencia de la pulsión de muerte tanto de la sirvienta como de la esposa. Ambas se confabulan en una guerra de poder en tanto el que parecía ser el Padre Autoritario ha quedado rebajado a calidad de "pedazo de carne" que este par de arpías, cada una con su estilo (la víctima y la victimaria) manipularán a su antojo y devoción. A partir de aquí el drama comienza a tomar tintes cada vez más fatales: por un lado la sirvienta usando los chantajes más viles, se va adueñando de la casa y de sus habitantes; en tanto que la esposa, por temor a perder su reputación y que su marido sea despedido, evita a toda costa que la cruda verdad sea revelada, sometiéndose a los deseos de la loca Myong-ja; y por último, el marido, quien parecía ser el amo y señor, queda paralizado por la culpa y el remordimiento, incapaz de redimirse, incapaz de encontrar la salvación de su alma, después de haber traicionado a su familia y a sí mismo. Conforme avanza el desenlace, las tragedias no parecen terminar, la sirvienta aterroriza a los niños manipulando la botellita de veneno para ratas con la que amenaza envenenarlos, al punto en que el niño pequeño sale despavorido pensando que ha bebido un vaso de agua envenenada y de nueva cuenta las escaleras serán el terreno de la muerte; rueda por ellas como muñequito de papel y muere al instante. La vida de esta familia queda por completo destruida, todo se trastoca y desintegra: la sirvienta, con una actitud casi tiránica, obliga al marido a dejar el lecho de su mujer para dormir con ella; la niña, deja de comer por temor a que la sirvienta la envenene y enferma y debilitada, pasa a ocupar la cama de los padres; mientras que la esposa, cose y cose compulsivamente, durmiendo en la mesa con la cabeza sobre la costura. Y cuando parecía que las cosas no podían llegar a ser peores, empeoran. La exageración del drama será una característica de todo el filme alcanzando un nivel que raya en lo cómico. El músico desesperado, siente un impulso incontenible por matar a esa mujer que los ha destruido. Sin embargo, en el fondo es un hombre débil y se contiene en el justo momento en que la está estrangulando; mientras tanto, ella, con sus dotes extraordinarias de manipulación, lo convence de que la única solución es que ambos se suiciden, así, ella alcanzará la felicidad en el más allá, y Dios les dará "como premio" por su sacrificio, una boda con flores y joyas; él sin estar convencido de ello acepta pues es la única manera para liberarse al fin del yugo de ambas mujeres: una a la que ama y otra a la que desea. Pero la realidad que vemos no siempre es lo real, al inicio del filme vimos a la familia Kim tranquilamente pasando un rato agradable en una tarde lluviosa y comentando acerca de una noticia que han encontrado en el periódico. Pero no es sino hasta el final cuando nos damos cuenta de que el tiempo pareció suspenderse y en medio de ese instante inicial y el instante siguiente, se trazó una línea paralela, una realidad alternativa en la que aconteció la tragedia. Llegamos entonces al verdadero desenlace, una escena mega-melodramática cuando los amantes clandestinos han bebido el agua envenenada y están al borde de la muerte; él baja la escalera atolondrado por el veneno, con la chica colgando de su pierna y rebotando la cabeza en cada escalón. Mr. Kim trata desesperadamente de llegar hasta donde está su esposa, que no se separa de la costura y no se ha enterado de nada; necesita rogar por el perdón de la mujer que realmente ama. Así, con un par de tomas con una excelente profundidad de campo, vemos a Mr. Kim reptando lastimosamente para morir al lado de su mujer y a los pies de la cama donde duerme su hija lisiada. De pronto, un corte directo todo lo detiene, volvemos repentinamente a la escena familiar inicial, con el padre leyendo el periódico, la madre alegremente bordando y los chicos jugando a un lado. Están comentando el caso de un hombre que lo perdió todo por haberse enredado con la sirvienta y ambos acabaron suicidándose. En este punto nos damos cuenta de que la trágica historia a la que nos sometieron fue una ficción. Si la película hubiera terminado con la muerte de Mr. Kim y su amante, lo único que nos hubiera quedado sería una farsa atiborrada de una moralina intragable, digna de una mala ópera o una buena telenovela. Pero al hacer lo real virtual, al diluir esa línea de ficción y realidad, nos deja un final bizarro y poco esperado, que une estas dos realidades, marcadas por ese intervalo suspendido. Y para cerrar con broche de oro, llega la última escena con un toque entre irónico y kitch cuando Mr. Kim voltea lentamente con su cigarrillo en la mano, mira hacia la cámara y con un tono aleccionador y una sonrisa entre sonsa y sarcástica, le advierte al público que deben tener mucho cuidado con sus acciones porque "esto" le puede pasar a cualquiera. Este pequeño detalle marcará una tercera realidad que aniquilará por completo toda la ficción. Nada de lo que vimos realmente aconteció. Sin embargo, al mismo tiempo, ese preciado momento de la suspensión de la ilusión, en el que el espectador se encuentra a salvo de las tragedias que acontecen dentro del filme, se rompe por completo y somos advertidos de que eso que vimos como "ficción", puede convertirse en una realidad para cualquiera de nosotros. De este modo, todas las historias: la historia de la familia feliz, la historia que aparece en el periódico y la trágica historia de la familia que se desintegra; son todas, una ficción trágicamente real. Gabriela Galindo (Ciudad de México, 1962) Estudiosa del arte y la filosofía. Tiene la Maestría en Filosofía y actualmente está cursando el Doctorado en Filosofía en la UNAM. Realizó una especialidad en impresión gráfica y grabado por la Scuola Internazionale di Grafica di Venezia. Cuenta con más de 50 artículos publicados sobre arte y filosofía. En 1995 fue una de las fundadoras de la Editorial Tule Multimedia, empresa pionera en la edición electrónica. Ha trabajado por más de veinte años en el campo del diseño editorial a través de la empresa de servicios editoriales TripleG: Arte y Diseño. Fue una de las fundadoras y colaboradora de la revista electrónica sobre artes visuales Réplica21. Actualmente es la fundadora y coordinadora editorial de El Rizo Robado. 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