
Pandemia (detalle)
por Jeannette Betancourt
El Antropoceno es la era en la que la especie humana ha generado el mayor impacto sobre el planeta Tierra. Aunque no es aceptada como una era geológica, sí se reconoce que este fenómeno, ubicado a partir de La Gran Aceleración en los años 50´s del siglo pasado, han traído múltiples consecuencias: huracanes, terremotos, sequías, incendios, calentamiento global, pérdida acelerada de especies, etc. Sin embargo, nunca imaginamos que el Antropoceno alcanzaría una presencia absoluta a través de algo tan diminuto, invisible y global, como es el COVID 19.
¿Como llegamos aquí?
Pocos han comentado la relación inevitable que existe entre el surgimiento de este virus y el comportamiento que veníamos observando como parte de una biocenosis altamente alterada por nuestra especie. Vivimos en un mundo donde la producción alimentaria se ha tecnificado y el hacinamiento en las granjas de cerdos, gallinas y ganado han creado focos para la mutación bacteriológica a pesar de las vacunas existentes; hay mercados de especies exóticas comestibles con dudosa higiene en ciertas culturas; el calentamiento global está generando el deshielo del permafrost [1], donde han hibernado durante miles de años bacterias y virus desconocidos; el turismo intensivo por todo el mundo prolifera el intercambio acelerado de microorganismos y finalmente, tenemos serios problemas de sobrepoblación y, como resultado de ello, el hacinamiento humano en algunas partes del mundo. Todo lo anterior ya auguraba la llegada de una nueva pandemia luego de la influenza de 1918, que cobró aproximadamente 50 millones de vidas en todo el mundo [2]. Bill Gates ya había previsto en 2015 la emergencia de los sistemas médicos y la posibilidad de que “si algo mataba a 10 millones de personas en las próximas décadas, lo más probable es que fuera un virus altamente infeccioso y no una guerra.” [3]. En opinión de algunos científicos, el verdadero origen de esta nueva realidad subyace en la disrupción tan severa y agresiva de los ecosistemas.
Un virus disloca todo, en medio de los más grandes avances.
Un mundo altamente tecnificado y global, centra su futuro en la IA (Inteligencia Artificial) y, en específico, en el binomio biósfera e inteligencia artificial: sumando, asimilando y mimetizando los saberes de ambas para postular un mundo mas allá del proceso evolutivo tradicional. Muestra de ello es que en este momento, el súper-ordenador más potente del mundo, el Summit de la IBM, busca cómo erradicar este virus, pero aunque ha localizado 8,000 compuestos y 77 moléculas que pueden dañar al COVID 19 [4], continuamos enfrentando sus estragos y atravesando por una curva en ascenso en muchos países. En resumen, no todo se soluciona con la tecnología y la ciencia. Hacen falta acciones específicas que modifiquen dramáticamente el curso de la vida humana de cara al futuro.
Impacto y alcance del COVID 19.
Esta enfermedad infecciosa, actualmente trae al planeta de cabeza como nada, ni nadie lo había logrado en la historia reciente de la humanidad. Sus efectos han sido devastadores en múltiples niveles: las graves consecuencias de salud y pérdidas humanas, el aprovechamiento político para impulsar medidas autocráticas en varios países de mundo, el desacelere —o casi alto total— en la economía con su consecuente problemática de desempleo, el confinamiento familiar y su impacto en las relaciones afectivas y la salud emocional personal, entre otros. También, ha modificado nuestra percepción del tiempo, de la consecución de los días y pero sobre todo, de nuestra percepción del futuro: la incertidumbre se ha apoderado de nuestro sentido de porvenir.
Tareas por delante.
El Covid 19 nos anticipa un mundo complejo, donde nada volverá a ser como antes. En el corto plazo, no sabemos qué situaciones enfrentaremos cuando se junten, en esta próxima temporada de otoño, dos virus que afectan las vías respiratorias como son la influenza y el Covid 19 [5]. Todavía no se cuentan con patrones estables de comportamiento de este novel virus y desconocemos qué sucederá ante la presencia de la influenza, por lo que debemos permanecer cautelosos y no subestimar las medidas de prevención.
Durante este tiempo de confinamiento, la naturaleza nos ha dado la oportunidad de ver la reaparición diversas especies de animales que, en ausencia de una contaminación auditiva, de vehículos y de la presencia humana, han deambulado entre las calles, estacionamientos y banquetas, explorando un mundo extraño y ajeno. Esto nos ha permitido ver de manera ejemplar, cómo sería el proceso de recolonización de los animales en un mundo sin nosotros. Hemos transformado la biósfera para nuestro beneficio, dejando cada vez más especies desamparadas de su hábitat, lo que ha provocado que se extingan al menos unas 10,000 especies cada año [6]. No hemos dimensionado aún la relevancia de la biocenosis, donde todo cumple una función y contribuye en el favorecimiento de la reproducción de varias especies. Ejemplo de ello, es la labor fundamental de las abejas en la polinización; el plancton, como alimento de la vida marina y productor de oxígeno; los hongos como recicladores de restos orgánicos en descomposición y los murciélagos, que llegan a comer 3,000 insectos por noche liberándonos de plagas, por solo mencionar algunos. Incluso especies, de las que conocemos nada o poco, tienen su razón de ser en la biocenosis.
El COVID 19 deriva de nuestras acciones antropogénicas. Más que un virus, es un acontecimiento que ha venido a modificar nuestra existencia, poniendo un freno en el acelerado estilo de vida que llevábamos. También es una llamada de atención a nuestra insostenible forma de coexistir con el resto de la biósfera: estamos en la sexta [7] extinción masiva de especies gracias a nosotros.
Los que superemos el COVID 19 nos enfrentaremos esencialmente dos caminos: uno, en el que tratemos de restablecer el modo de vida como era antes de la pandemia y, el otro, que aprovechemos la experiencia para llevar a cabo cambios cualitativos y cuantitativos con respecto al consumo, uso y retribución a la biósfera, con una clara comprensión de lo que es fundamental y lo que ya es no esencial en nuestras vidas.
Y, en el gran escenario, también hacen falta acciones determinantes: un consenso entre sociedades, políticos y los agentes de la economía del mundo para re-direccionar los procesos productivos y de uso de recursos naturales hacia la sustentabilidad. Lo que yo defino como Un Acuerdo del Bioceno con normas de geoética y viabilidad para la Tierra y sus especies.
Espero vivir lo suficiente para verlo convertido en una realidad.

Fotografías tomadas durante caminatas solitarias, en tiempos de pandemia, por las calles de la colonia Condesa, en la Ciudad de México.
Notas:
[1] Permafrost ((ocasionalmente traducido como permahielo, gelisuelo) es la capa de suelo permanentemente congelado —pero no permanentemente cubierto de hielo o nieve— de las regiones muy frías o periglaciares, como es la tundra.
[3] https://www.iproup.com/innovacion/12649-historia-de-bill-gates-coronavirus-y-prediccion-de-otros-mal