El título de esta colectiva "El supermercado de lo visible", es una referencia al libro del filosofo y musicólogo Peter Szendy que, en la presentación de la muestra, nos refiere a aquello que Walter Benjamin había descrito como un espacio cargado de imágenes, una visibilidad saturada que nos rodea y nos atraviesa.
El supermercado de lo visible es un texto que elabora una economía propia de las imágenes a partir de los iconos, es decir, una iconomía. Deleuze vislumbró esto cuando escribió que «el dinero es el reverso de todas las imágenes que el cine muestra y edita en el anverso». El cine es para Deleuze, un sinónimo de «universo», y en la misma línea, Szendy argumenta que esta frase debe entenderse en su dimensión más amplia y que una lectura de obras clave en la historia del cine nos permite una perspectiva única sobre el reverso de las imágenes, sus implicaciones monetarias. Prestando atención a secuencias de Hitchcock, Bresson, Antonioni, De Palma y Los Soprano, Szendy muestra cómo el cine no es una forma de arte exclusivamente comercial entre otras artes más puras, sino que, fundamentalmente, ayuda a elaborar lo que podría llamarse, con Bataille, una iconomía general.
La teoría de la visibilidad establece un modelo que divide nuestras experiencias sensoriales en dos categorías: lo visible y lo audible. Esta definición de la experiencia observa que en las experiencias sonoras también interviene un espectro visible. Afirma que todo lo audible, "músicas, sonidos, voces" puede verse con los oídos o se escucha con los ojos.
El término "visible" no alude solamente a lo óptico, establece aquello a lo cual tenemos acceso con los sentidos. Puede ser una experiencia plenamente acústica e identificarse en la categorización o definición de lo audible, sin embargo, engloba a los demás sentidos. El espectro sensorial alude a los campos de las visibilidades y auditivas totales, parciales y absolutas. Esto quiere significar precisamente la conexión entre dimensiones o influencias del dominio multiplano. Quiere distinguirse como experiencia.
Conocer a un objeto pueden ser dos experiencias autónomas. Espejos u objetos refractantes que posibilitan el sonido haciendo eco a la visibilidad de las múltiples direcciones de una habitación o geografía, al tiempo que se refiere a objetos absortos que distorsionan la ilusión. Dotando información un plano distinto, o en un punto específico en el campo o plano desde donde se observa.
Sin embargo, cada uno de estos contextos-objetos-sonidos poseen un espectro visible como consecuencia de su multi-estructura generada paralelamente: la experiencia sonora y acústica produce un plano paralelo, mientras se visibiliza en campo/distancia las reverberaciones desde el plano óptico consumido por la luz.
El supermercado es de alguna manera una representación visible de nuestra sociedad capitalista moderna. Las didácticas e inversiones en comunicación y un buen merchandising, ayudan a consolidar esta reflexión. La oferta consumible se presenta cómo un número limitado y bien organizado de opciones, lo que indica a modo de alerta que toda elección conlleva inevitablemente una renuncia. Pero lo moderno también esconde varios secretos como, por ejemplo, que el nivel de satisfacción del consumidor tiene poco que ver con la calidad del producto en sí, sino que depende principalmente del número de alternativas disponibles.
Sirva esto como primer ejemplo de que la sociedad de nuestro tiempo no sólo ha impregnado profundamente las diferentes áreas de la cultura, sino que ha tomado como terreno propio de su consumo la música, el arte y hasta la poesía. Pero eso es justamente lo que, irónicamente, resulta revelador y hasta transgresor de esta muestra. Lo que en un momento fue una vanguardia absorbida por un sistema capitalista que la convirtió en mercancía, se recupera con otro sentido y regresa a ser una mercancía, pero con un toque tantito transgresor.
El arte, la música o la literatura, no existen si no hay quien las vea, las escuche o lea, y esas percepciones son las que le dan sentido, las que convierten al arte en aquello que es único e individual.Pero eso nos todo, ahora ya nada tiene límites, la interacción entre lo visual y lo sonoro, en condición de políptico, se convierte aquí en una experiencia inter y multimedia en un sentido amplio del término; fuertemente articulada con la disolución porosa en soportes o medios de lo que tradicionalmente se han entendido como géneros artísticos y académicos determinados por las condiciones específicas en las que se producen.
Esta muestra introduce diversas obras fuera de la convención establecida por un estilo único. Es una forma clara de exponer el término artístico mediante la conglomeración de expresiones artísticas que generan flujos de ideas que producen y articulan sentidos. La poética visual/musical de este supermercado en términos de una economía social y cultural, produce perspectivas críticas y de reflexión sobre nuestra condición de seres humanos, en una interpretación que paradójicamente podría resultar groseramente egocéntrica o bien, vista como ajenos demonizados ante una condición simbólica del progreso natural que libra al hombre de su dolorosa condición de animal desnudo e indefenso ante su inestabilidad existencial.
"El supermercado de lo visible" se presenta en la galería Le Laboratoire e incluye obras de: Tomás Casademunt, Mariana Dellekamp, Julien Devaux, Juan Glassford, Napoleón Habeica, Alejandra Laviada, Manuel Rocha, César Martínez, Luis Felipe ortega, Fernanda Roel, Guillermo Santamarina, Pierre Valls e Yvonne Venegas.
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