Hay ocasiones en que la realidad inspira al arte, el arte a la ficción y la ficción a la realidad. Pero lo cierto es que cuando lo real y lo imaginario se confunden, el resultado puede ser un tanto aterrador.
Casi como una predicción, la película "Cónclave", que se estrenó en octubre del año pasado en varias plataformas, vuelve a proyectarse de manera masiva tras la reciente muerte del Papa Francisco. Pero no es la primera vez que vemos representaciones magistrales sobre el tema de la muerte del Papa en el cine o el arte; basta recordar la secuencia final de El Padrino III en la que, al tiempo que se desatan los asesinatos múltiples de la conspiración por mantener el poder de la familia Corleone, hay una segunda conspiración en la que participa un cardenal y un sicario para asesinar al Papa.
Cónclave es una película pensada, desde su origen, para destacar; comenzando por un elenco que incluye a Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow e Isabella Rossellini. Pero sobre todo por su propuesta liberal y provocativa. Se trata de cuestionar el rumbo de una de las instituciones más antiguas y poderosas del mundo: la Iglesia Católica. Proponer la tolerancia a la homosexualidad y la cultura trans, la interculturalidad, así como el derecho a la anticoncepción y el respeto a creencias y religiones no católicas, es y sigue siendo el corazón de los conflictos morales fundamentales del progreso y evolución de la institución católica.
Una de las escenas que llamó particularmente mi atención es cuando, al tiempo que los cardenales se encuentran en el intenso escrutinio y votación del nuevo Papa, surgen violentos disturbios en los alrededores de la ciudad, cuando de pronto, se deja sentir una explosión que revienta los cristales de uno de los lucernarios de la Capilla Sixtina donde están congregados todos los elegidos y posibles candidatos papales.
Lo que despertó mi enorme curiosidad es la imagen del Cardenal Lawrence, en el suelo, segundos después de la explosión. Vino de inmediato a mi mente la imagen de la escultura de Maurizzio Cattelan creada en 1999 que tituló "La Hora Nona".
Esta pieza es una escultura hiperrealista de tamaño natural, donde vemos al Papa Juan Pablo II tirado en el suelo, víctima de un meteorito que aparentemente ha caído del cielo y entró por el lucernario del techo, esparciendo vidrios rotos en la alfombra roja... es casi innecesario anotar las enormes semejanzas con la escena de la película en cuestión.
La similaridad visual no creo que sea casual, y la semejanza conceptual, es indiscutible. La Hora Nona, hace referencia a la novena hora del día, momento en el que los monjes solían rezar por medio de cantos y recitaciones hasta por un espacio de 6 horas continuas, para conmemorar el momento en que Cristo murió en la cruz.
Ambas, la pieza de arte y la película, coinciden en la puntualización de la tragedia de la posibilidad (o el hecho) de la muerte del representante de Dios en la tierra, plasmado con tal inteligencia y oficio que no es horror ni tristeza lo que provocan, sino una especie de ternura. La expresión de la cara (tanto la de Juan Pablo II, como la de Lawrence) no es de dolor, sino de abatimiento y resignación.
La tragedia de la muerte de su Santidad es vista en ambos casos como un "destino divino" que proviene del cielo y es, en cierto modo, comprensible e inevitable.
La película explora cómo el poder y la autoridad constituyen los cimientos de nuestra civilización y cómo la pérdida del orden en nuestra sociedad se expresa en un mundo cada vez más secularizado que antaño buscaba la redención en la Iglesia y anhelaba la estabilidad en un sistema de creencias considerado superior a todos los intereses humanos. Con una coreografía impecable, propia de un thriller, la película invita al público a seguir el guion como un voyeur, mientras la cámara actúa como testigo. Prisioneros de su propia creación, los cardenales son descritos como grotescos muñecos de papel. Siguiendo los pasos de Da Vinci, Berger expone la transfiguración del hombre en un ser espiritual, solo para que presenciemos la caída de esa imagen sagrada creada a imagen de Dios y forjada mediante la conquista intelectual y artística de los logros de los filósofos, poetas, arquitectos, dramaturgos y artistas griegos y renacentistas.
En "Cónclave" podremos observar y reflexionar sobre la confrontación entre el ideal que inspiró nuestra civilización, el fundamento de nuestra sociedad secularizada, la "idea de un mundo" que trasciende nuestras limitaciones humanas, y la corrupción de nuestra condición mortal dividida entre lo sagrado y lo profano.
Entonces... ¿qué te pareció?
Comenta, sugiere, disiente... nos gustará mucho escuchar tu opinión.
Contacto