Texto sobre la obra de Yoshua Okón
Publicado en Réplica21, el 20 de enero, 2001
Si en la década pasada la principal corriente en el videoarte fue de corte documental o de un conceptualismo alejado de la narración , hoy en día han surgido distintos trabajos de tipo narrativo que apuntan hacia el profundo acercamiento que veremos en los años venideros entre el video y el cine, tal y como se observa en el más reciente trabajo de Yoshua Okón y Peter van Lengen, proyectado en el Centro de la Imagen de la Ciudad de México.
Tres peliculas estrenadas en 2001 -Y tú mamá también, Perfume de violetas y De la calle- nos presentaron una suerte de corte sociológico, las más de las veces un tanto romántico, de cómo transcurre la vida de los adolescentes, ubicados en las clases media, popular y de pobreza extrema, de la ciudad de México.
A esa visión se suma ahora este trabajo reciente de Okón y van Lengen: Rinoplastia, un video de 40 minutos sobre la vida cotidiana de tres adolescentes de apellidos incluidos en la reducida lista de los hombres más ricos del país.
A diferencia de sus predecesoras fílmicas, el video de este artista mexicano nos muestra un mundo más tangible al reunir de manera afortunada una serie de hechos verdaderos en una sola historia que da cuenta de un día cualquiera en la vida del hijo adolescente de un megaempresario. El tiempo narrativo se desarrolla desde la mañana, en que a bordo de su BMW pasa por su amigo y cómplice para "dar la vuelta" por la ciudad, consumiendo cervezas y cuanta "grapa" de cocaína logran conseguir, hasta la noche en que deambula sólo por la ciudad con lágrimas en los ojos, presa de una "crisis existencial".
Entre llamada y llamada del celular, la plática de ambos amigos va conformando un mundo donde el dinero, la discriminación social, la prepotencia y la misoginia son ley; un mundo cuya violencia llega a superar cualquier ideal neofascista. Mientras "dan la vuelta" protegidos, dentro del BMW, se dedican a ejercer la violencia engendrada en el mundo en que viven: bajándose del coche para tocarles las nalgas a las sirvientas de las Lomas, aventándoles latas de cerveza y demás proyectiles a los albañiles que laboran en la construcción de los edificios de los que seguramente son dueños sus "papis" en Santa Fé, mentándole la madre a los obreros de Vallejo y Xalostoc, aventándole el coche a cuanto personaje que con "aspecto de pobre" se atraviesa en su camino, robándoles la mercancía a los vendedores ambulantes, rompiéndole la pierna con un tubo al desempleado que espera el pesero; un sinfín de verdaderas perversiones que sólo el dinero y el saberse realmente "dueños" del país y protegidos pueden lograr.
Rinoplastia llega a su clímax con la crisis del millonario adolescente desencadenada porque su "noviecita santa" no se quiere acostar con él, por la "falta de comprensión" de su papá y porque el portero de una discoteca se tarda en dejarlo pasar. Crisis que lo lleva a violar sin éxito a la trabajadora doméstica de su casa y seguir dando vueltas en su coche por la ciudad nocturna, atascándose con más cocaína y oyendo en el estéreo Desiderata con Paco Stanley, animador de televisión que en 1999 murió asesinado en un ajuste de cuentas del narcotráfico.
El video de Okón y van Lengen se ciñe a los planteamientos de Dogma, el grupo de cineastas daneses que en 1999 decide establecer lineamientos claros para evitar la trastocacion de la realidad caracteristica de las producciones industriales hollywoodenses, resalta el uso de la cámara sostenida a pulso, la ausencia de iluminación artificial, la ausencia de recursos técnicos de videofilmación, de un guión propiamente hecho, y actores profesionales, y, sobre todo, el hecho de que gran parte de las escenas resultan ser reales: los albañiles realmente son albañiles y realmente los insultan y les avientan las latas de cerveza sin que ellos sepan que participan en una película. Hecho este último por el cual Okón ha sido criticado, pues su estética está reñida con la ética de su modus operandi. Más al revelar el mundo que él conoce desde adentro y exponerlo de una manera directa, Okón vuelve a demostrar que la potencialidad realista del video en relación con el cine está en su capacidad de coptar y captar el mundo simultáneamente.
Hace año y medio, en el mismo Centro de la Imagen, Yoshua Okón presentó la serie de videos "Con dinero baila el perro", en los que diversos policías y agentes de tránsito, a cambio de "una lana", se ponían a bailar a ritmo de cumbias. Ahora bien, esta serie de videos, junto con Rinoplastia, vienen a mostrar cómo el arte contemporáneo no se encuentra reñido con el compromiso social, tal y cómo es posible entrever en la actitud de muchos artistas visuales contemporáneos que para insertarse en las corrientes globales del arte renuncian a cualquier viso de crítica social ó cultura local, a cambio de lograr la atención de los grandes coleccionistas y curadores. Yoshua Okón viene a ser el ejemplo del artista cuyas obras, además de contener una fuerte crítica social, continuamente se exhiben en galerías y museos de muy diversos países.
Un hecho sui-géneris llamó mi atención la mañana que fui al Centro de la Imagen: En la pequeña sala dónde se exhibía Rinoplastia, estaba atestada de estudiantes "de pinta" de las escuelas cercanas a la Plaza de la Ciudadela, las carcajadas no cesaban; se reían de la violencia sin límites, ejercida contra quienes muy bien podrían ser sus padres, madres ó hermanas.
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