Me gustaría sugerir que el tema crucial de la película Chloe de Atom Egoyan —la crisis de mediana edad de una mujer— no ha sido identificado por ninguno de los críticos de esta película que haya yo leído hasta ahora. Muchos de ellos han dicho que este filme es un fiasco, mientras que otros tantos han sugerido a Fatal Atraction como principal punto de comparación. Pero esta última no es una película sobre la crisis de una mujer cuarentona, de ahí que asumo que están malinterpretando a Chloe, lo cual es bastante fácil de hacer si se limitan a reconocer la narrativa por la grandilocuencia, sobre todo, de las penúltimas escenas.
Sin tener en cuenta la película de Anne Fontaine que sirvió como base para esta película, (que por cierto, no he visto) creo que lo deliberadamente engañoso de la historia es que comienza fingiendo ser una película sobre la crisis de un marido y termina como un película sobre la crisis de su esposa. (Si esto parece un spoiler, mala suerte; todo lo que puedo decir como réplica es que comparar la película con Atracción fatal, también es un spoiler). De ahí que es posible que algunos espectadores puedan sentirse engañados, pero, las películas de mujeres que sufren crisis de mediana edad son tan poco comunes que parecería que nos entrenaron para no notarlas cuando realmente aparecen como tema. Lo más notable, según mi opinión, es la escena final, que transcurre sin diálogo alguno y se percibe la potencia, casi por completo, a través de la forma en que un adolescente mira a su madre, claramente exagerado, pero que, sin embargo, hace posible la escena final.
Muchos críticos que criticaron la segunda mitad de la película, incluidos algunos que parecen haber disfrutado el hecho de que Inglourious Basterds proponga una Francia ocupada sin resistencia, sin embargo la han subrayado como excelente película. Creo que no hace falta decir que la mayoría de las películas comerciales son fantasías, y además vale la pena apuntar que si aceptamos o no estas fantasías depende casi por completo de nuestra propia opinión. Ciertamente, el carácter hiperbólicamente lujoso de los personajes es bastante exagerado, pero este es el tipo de exageración que a la mayoría de los críticos no les importa en muchas otras circunstancias. Si se tratara de una película sobre la crisis de la mediana edad masculina, me pregunto si se habrían enfadado tanto.
Por cierto, Julianne Moore, que interpreta a la persona principal de esta historia, es sensacional, y Amanda Seyfried, que interpreta al objeto de fantasía principal, es muy sexy.
Jonathan Rosenbaum
Septiembre 30, 2010
https://jonathanrosenbaum.net/2020/07/an-unidentified-subject-egoyans-chloe/
Mirando hacia abajo desde la ventana de su oficina, ella ve a una mujer joven que parece tener los modales de una prostituta fina. Un recuerdo que conservará en su memoria. Cuando su esposo le dice que perdió su vuelo de regreso a Toronto y encuentra una foto inquietante en su iPhone, decide ir al hotel donde vio a la joven, hace contacto visual con ella en un bar e inventa una conversación en el tocador. Con perfecta calma, la chica explica que las mujeres solteras no suelen ser sus clientes. Parejas, tal vez.
El director Atom Egoyan encuentra la intriga de los límites del sexo casual. Chloe, al igual que su gran película Exótica (1994), trata sobre la atracción sexual confundida con acuerdos financieros. Chloe se centra en una joven poderosamente erótica con motivos personales ocultos. No es descarado sino seductor, dependiendo de las formas en que nuestras mentes, más que nuestros cuerpos, pueden involucrarse en una relación sexual. No se trata tanto de lo que estamos haciendo sino de lo que estoy pensando al respecto, y lo que se piensa, puede ser mucho más complejo.
Catherine Stewart (Julianne Moore) es una ginecóloga existosa, a juzgar por la casa que habita, recién salida de la portada de Architectural Digest. Su esposo David (Liam Neeson), es un experto en ópera. La prostituta que vió desde su ventana es Chloe (Amanda Seyfried), muy joven, de labios rojos e inteligente. Catherine le explica a Chloe que sospecha que su esposo la engaña y quiere cerciorarse de si intentaría ligarse a una chica y le da las señales de dónde almuerza su esposo todos los días.
Al principio de la película, mientras habla con una paciente con problemas en su vida sexual, Catherine explica que un orgasmo es una simple contracción muscular, bastante natural, nada que deba asustar o que sea misterioso. Los orgasmos para Catherine, sin embargo, implican mucho más que músculos, y mucho depende de con quién se experimenten y por qué.
Chloe narra con destreza, entrar al café, y preguntar audazmente a David si puede tomar el azúcar de su mesa y regresar a la suya. Pero David entiende que a Chloe no le interesa realmente el azúcar.
Chloe sabe lo que hace. Desde el principio de la película nos hace notar que es muy hábil. No se trata solo de alquilar su cuerpo. Ella usa su inteligencia para intuir lo que un cliente desea, lo que realmente desea, sin importar lo que el cliente diga. Y ella sabe cómo satisfacerlo de una manera que provocará curiosidad, incluso fascinación. Así, al describir los detalles a Catherine resulta un disparador de mayor potencia que provocar los celos de una esposa. Destapa una curiosidad erótica hacia él.
Chloe es quizás 25 años más joven que Catherine, pero en muchos aspectos más sabia y experimentada. Ciertamente tiene más claro qué es lo que realmente quiere. Disfruta del control psicológico de sus clientes y de su propia habilidad para conseguirlo. Se ve joven e inocente, pero la vida le ha dado fuertes lecciones. Seyfried interpreta a Chloe como una mujer al mando de dos instrumentos: su cuerpo, que está a la venta, y su mente, que trabaja por sí misma. Moore, esa actriz consumada, sufre un cambio que cree que está bajo su control, mientras, Neeson interpreta al esposo que es un enigma para su esposa y quizá también, para nosotros.
Egoyan sigue la narrativa hasta la última consecuencia. A algunos les resultará difícil de aceptar. ¿Es arbitrario? La mayoría de las conclusiones de la vida son arbitrarias. No estoy seguro de que esta historia en particular deba o pueda terminar de manera convencional. No es el tipo de película que depende de la certeza de un final. Se trata más de cómo fluyen las cosas. He retenido deliberadamente gran parte de la historia, que Egoyan nos la deja para que cada uno la interprete. Su fascinación central es con los motivos de Chloe. ¿Actúa solo por dinero? ¿Hace sólo lo que se le pide? ¿Permanece emocionalmente distante? ¿Obtiene algo para ella además de dinero?
En un momento le preguntan cómo puede relacionarse con algunos de sus clientes, que pueden parecer poco atractivos, incluso repugnantes. Una prostituta no tiene idea de quién abrirá la puerta después de tocar el timbre, y la reglas básica es satisfacer los deseos del cliente, mientras que pueda pagar y no se sienta en peligro personal. Pero, ¿cómo puede soportar a algunos de ellos? "Trato de encontrar algo que pueda amar", dice ella.
Después de ver la película, repítela de nuevo en tu mente. ¿Quién quiere qué? ¿Quién obtiene qué? ¿Quién decide qué? ¿De quién son las necesidades satisfechas? Egoyan nunca hace una historia con un solo nivel. Nunca revela todos los motivos, especialmente a sus personajes. Nos invita a ser voyeristas de superficies que no pueden ocultar lo que parecen. Los cambios fundamentales pueden alterar todas las relaciones. De todos modos, la sexualidad obliga a sus personajes a tomar decisiones basadas en sus propias suposiciones. Es tejido compuesto por una complicada red.
Los videos de mi conversación sobre "Chloe" con Atom Egoyan están en línea aquí: http://j.mp/a51040
Roger Ebert Marzo 04, 2010
https://www.rogerebert.com/reviews/chloe-2010
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